
Agulo
Agulo es verde y posee una de las arquitecturas mejor conservadas de Canarias. Recientemente ha entrado a formar parte de la lista de «Pueblos más Bonitos de España». Sus calles empedradas, siempre de gran belleza y con todo muy cuidado, están pensadas deliberadamente a la medida del ser humano que está en armonía con el paisaje que lo envuelve.
Unas panorámicas que arrancan desde la laurisilva profunda, tupida, brumosa y ondulada, en una sucesión de montañas septentrionales. Sus bosques son una selva en la que la espesura se compone de viñátigos altos, los riachuelos y las sombras filtradas por las hojas, que dominan este paisaje dentro del Parque Nacional de Garajonay. Más cerca del mar, bajando las montañas realmente escarpadas, el casco urbano del pueblo mira a Tenerife. Bautizado popularmente y con razón como «el bombón de La Gomera», el pueblo de Agulo resulta ideal para pasear sin rumbo por sus rincones, disfrutar de su arquitectura en la que destaca la Iglesia de San Marcos y respirar su ambiente costumbrista y pausado.
Es pueblo de paisajes costumbristas y en la cumbre bosques que son reliquia de selvas ancestrales.
Agulo es el norte desde el que contemplarlo todo: el mirador de Abrante, colgado en el vacío con el pueblo literalmente a los pies, el mar, el cielo y Tenerife; Hacia la cumbre, La Meriga, un embalse construido en los años ochenta del siglo XX en lo que hoy es el Parque Nacional, se ha convertido en lugar húmedo con apariencia de selva tropical, un bello espacio frecuentado por senderistas. En núcleo de Las Rosas, en el tranquilo embalse de Amalahuigue desembocan sus aguas. Muy cerca Juego de Bolas, centro interpretativo de Grajonay,
Filmar en una selva prehistórica o retratar cuadros costumbristas, son algunas de las alternativas de producción
Los proyectos artísticos y de filmación en Agulo permiten una mundo de posibilidades. Documentales sobre viajes, deportes aventura o senderismo son algunas de las más obvias. Pero las calles de su pueblo y la espesura de sus bosques, entre presas y vaguadas, se prestan a los grandes juegos de la imaginación. Localizaciones en las que predomina una luz ideal para la dirección de fotografía y una variedad enorme de posibilidades visuales para contar historias.