
Crítica
La sección Cinemanía del diario «20 Minutos» publica la crítica de Carlos Marañón sobre el film La Gomera
Con una valoración de 4 estrellas sobre cinco posibles, el crítico Carlos Marañón ha publicado una crítica sobre el film «La Gomera», que se estrena oficialmente mañana y cuyo texto reproducimos aquí:
Sobre el rostro de Vlad Ivanov podría construirse un imperio del hampa o grabarse una antología del remordimiento. Pero Corneliu Porumboiu ha decidido ampliar el foco con extraños cantos de sirena en forma de silbo gomero, hábil envoltorio de un thriller tan extraño como contundente. La inquietud se demuestra filmando y Porumboiu, cuya carrera va y viene circulando por los rescoldos del comunismo (12:08 al Este de Bucarest), el policíaco hablado (Policía, adjetivo), la pasión por el fútbol (El segundo juego e Infinite Football) y los secretos de familia (El tesoro), se trae el Nuevo Cine Rumano a las Canarias y lo devuelve a Bucarest convertido en una de las más originales reformulaciones del noir del último cine europeo. ¿Con más estilo que chicha? Pues sí.
El argumento es una excusa para moldear esos parámetros y modelos clásicos y darles nueva forma en un relato partido en dos con saltos espaciotemporales que finalmente se resuelven en Rumanía pese a que el crimen toma vuelo de intriga internacional. Juego de atmósferas y de colores, de un trabajo fotográfico impecable y muy diverso de Tudor Mircea, el director vuelve a trabajar muy bien con la pérdida, las frustraciones y las obsesiones, y las mezcla con un juego renovado, la acumulación de referencias y personajes.
Porumboiu se ha liberado de la sombra de Ceaucescu, solo en parte, porque sigue presente en el pasado de esa madre misteriosa del protagonista y en esa comisaría donde bajar a comprar tabaco es un salvoconducto, pero ese ligero (y suficiente) sustrato comparte presencia con lo cómico (el director buscando localizaciones), la cinefilia (de los Centauros de Ford al policiaco rumano setentero –Un comisario acusa– de Sergiu Nicolaescu), el onirismo de un hotel digno de Hitchcock y Lynch; y el poder de una banda sonora que parte del pasajero de Iggy Pop, va del Danubio azul al bolero, y vuelve por Cabaret.
Mención aparte merece Ivanov, que es siempre una presencia en sí mismo, aparte del actor rumano más reconocible (4 meses, 3 semanas, 2 días, Historias de la edad de oro, Los exámenes) y un habitual en numerosas producciones internacionales (Toni Erdmann, Crematorio, Atardecer). Su rostro lo aguanta todo: sexo amor, humor, violencia, y ahí sigue, sosteniendo una trama compleja de principio a fin.
Con su llegada a la isla de La Gomera, la parte canaria del filme recuerda a los alardes de Jonathan Glazer en Sexy Beast puteando a Ray Winstone. Pero enseguida la película discurre por otras vías, enfocada a encajar esa escuela de silbidos, una herramienta metafórica muy poderosa que acaba de colorista macguffin en una peripecia que, y hasta aquí llega el paralelismo, quiere deshacer los códigos conocidos para plantear unos nuevos, susurrados, anticlimáticos, caóticos seguramente, pero muy atrayentes.
Junto a Ivanov, una dama, más sueño eterno que mujer fatal (Catrinel Marlon); el descubrimiento de Agustí Villaronga como villano o una comisaria inquietante como Rodica Lazar, entre múltiples esbirros (gran Antonio Buíl). La profusión y exceso de personajes nos deja un recorrido un tanto confuso, pero a Porumboiu le importa mucho menos resolver el caso, o regalarnos un final con suspense a lo Tú y yo, que proponer una nueva mirada obre lo criminal que dependa de su sensibilidad poliédrica y del rostro infranqueable de Vlad Ivanov.
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